Lo que hacían conmigo no era más que una burda experimentación. Me habían elegido para estudiar el umbral del dolor en humanos.
Nadie me había
informado, pero lo sabía.
No podía tratarse de cualquier otra cosa. A estas alturas de la película, era evidente el sentido de tanto padecimiento. El por qué a mí y no a otro o a otra, pudiera ser un misterio, pero lo que realmente me importaba era cómo escapar, algo nada viable por las condiciones en las que me encontraba.
No podía tratarse de cualquier otra cosa. A estas alturas de la película, era evidente el sentido de tanto padecimiento. El por qué a mí y no a otro o a otra, pudiera ser un misterio, pero lo que realmente me importaba era cómo escapar, algo nada viable por las condiciones en las que me encontraba.
Aunque la
cabeza todavía me funcionaba, seguro que algo más de lo que a ellos
les hubiera gustado jamás.
Sabía
que lo próximo eran inyectables, un aparato diseñado para puncionar
la piel estaba sobre la cuartilla de papel.
La tortura a la que era
sometida iba viento en popa para ellos y mi miedo, no cabía ya en mi
cuerpo. Era lo que pretendían. Dolor máximo y estrés, causado por
el desconocimiento de lo que te iba a suceder.
Los
pasos se acercaron, la enfermera o lo que fuere, porque sus atuendos
no eran tales, se acercó a mí y con unos ojos inexpresivos y
gélidos me palpó las mejillas y observó las venas de mis brazos.
No era nada ni nadie para ella, suponía su sexo femenino por el
alargamiento de sus miembros y de su rostro, en comparación con los
otros, de facciones más cuadradas y recias, que debieran ser de sexo
masculino.
Ya
llevábamos tiempo conviviendo, por llamarlo de alguna manera, con
estos seres venidos de otro planeta, posiblemente de otra galaxia.
Pero, quien nos gobernaba y todos los científicos que estudiaban la
posibilidad de que ocurriera algo como lo acontecido recientemente en
la tierra con tal invasión, no podían estar tan desinformados.
Algo se
había ocultado a la población tendenciosamente, una trama a nivel
mundial había existido sin lugar a dudas para que esto pudiera
ocurrir, de la manera tan sutil y aparentemente lógica como nos la
habían vendido.
Según la única fuente de información a la que teníamos derecho a recurrir, manipulada y dirigida más aún que cuando imperaba el poder humano decía que ellos habían venido a salvarnos, a redirigir nuestro rumbo en aras de la salvación del planeta.
Según la única fuente de información a la que teníamos derecho a recurrir, manipulada y dirigida más aún que cuando imperaba el poder humano decía que ellos habían venido a salvarnos, a redirigir nuestro rumbo en aras de la salvación del planeta.
Ahora
la selva era más selva, y nuestros excrementos eran meticulosamente
reutilizados, nuestras dietas totalmente prescritas, como si de una
medicación se tratase.
Habíamos
claudicado al control total de nuestras vidas, o eso es de lo que
se trataba. Lo
cierto es, que por mis venas, quedaba, pese a todo, cierto poder de
resistencia. Cierta capacidad de recuerdo sobre vivencias pasadas que
me animaban a una rebeldía necesaria para seguir.
Lo
habían intentado todo, para anular tales tendencias revulsivas a su
presencia y dominación. Pero aún quedábamos ciertos especímenes
con resquicios, y tal vez por ello, unos cuantos más y yo, suponía,
nos encontrábamos en tal situación.
La
susodicha enfermera, tras una mampara desapareció. Y otra vez el
silencio y la espera, en una sala inocua y esencialmente blanca, es
lo único que por largas horas, me quedó.
(Escrito por Eli D Dragón)
(Escrito por Eli D Dragón)
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