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miércoles, 30 de enero de 2013

En el reverso de la dominación(Capítulo I)

La cama era dura, las correas oprimían mis brazos y piernas, una vez más con la boca tremendamente seca, de tanta pastilla multicolor y esas sacudidas como agujas que recorrían todo mi cuerpo. 



Pensé, esto no puede durar por más tiempo, esto no puede estar pasándome a mí. Pero decidí a duras penas abrir los párpados. Ojos desentrenados a ver tanta luz. 
Comprendí que algo había cambiado, las cortinas del todo corridas y una claridad que como una gran verdad arrojada sobre una, dolía.

A mi izquierda, la mesilla de siempre pero sin la transparente caja de la medicación, una ficha en la que dificultosamente pude leer mi nombre y unas cuadrículas en blanco, como esperando a ser rellenadas próximamente...próximamente, pero ¿qué querrían hacer ahora conmigo?.

Ninguna explicación, como de costumbre. Aceptar sin rechistar un estado alargado en el tiempo de pesadumbre y agonía, sin ningún entendimiento hacia lo que me ocurría. Sin posibilidad de cuestionamiento, opinión o reflexión. 

Sin planificación alguna por mi parte y con cierto escepticismo hacia los tratamientos que recibía, que más que paliar el dolor, perecía que lo postergaban en un intento de utilizarme como una vulgar cobaya.

De repente, pasos. Tras las cortinas un murmullo en voz baja. Y una señal acústica intermitente que indicaba una nueva intervención. Mi cuerpo se retorcía frente a ese sonido, los pies quisieran haber corrido hacia cualquier, y repito, cualquier otro lugar.

Pero no, seguía en el mismo sitio. Para algo me habían atado, para algo los sedantes, para algo tanta incomunicación hacia las personas que sabían que existía y no abrían aceptado sin más, mi desaparición.

Tantas horas allí postrada me hicieron reflexionar sobre el sentido del dolor físico, sobre lo maravilloso de estar viva, exenta de esa sensación. Cómo agradecería un día cualquiera, con los problemas ocasionales que tuviera, derivados del día a día sin más, pero con cierta libertad. La poca que permitía ya mi sistema, algo frustrante en pleno 2021. La poca que sientes, cuando naciste en tiempos mejores que se han ido apagando por la dominación.
 
Recordaba en mi lecho, aquel fatídico día, cuando los platillos alcanzaron nuestro planeta azul. Ese tan bello, que debieron observar por lustros con recelo. 
Ese al que apenas cuidábamos, por no decir, que vilipendiábamos. Agotamiento, cuando no, contaminación de recursos naturales en un afán de vivir al margen de una posible propia extinción. 
 
Y llegaron ellos, un buen día salieron en las noticias a tiempo real y de repente unas interferencias en el televisor y alguien que anunciaba el fin de la emisión.

Desde entonces, todo cambió. Asumimos un cambio en nuestra vidas en lo que vino a llamarse la “dominación”. 

Trabajamos más que nunca y nunca con labores tan bien asignadas según nuestra cualificación. Se notaba que en eso nos llevaban ventaja. 
 
Todo, por y para el sistema, nuestras necesidades vitales secundadas, satisfechas de la manera más parca jamás imaginada. 

Se acabó la degustación de los alimentos, la sensación de un fuerte abrazo, el coito libre, un paseo para disfrutar del paisaje.


Todo, absolutamente todo pasó a estar tremendamente planificado y no precisamente por nosotros. 
(Escrito por Eli D Dragón)  

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