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viernes, 7 de diciembre de 2012

Carta nº1 Página 2


He empezado a investigar la primera carta, (dijo)hace poco me enteré de la existencia de las otras cuatro, las había recogido en mi nombre una becaria que se encargó de mi correo y de mi casa, en los últimos cinco años que pasé en América del Sur, trabajando para una multinacional farmacéutica europea.

Lo que hacía era fácil, aunque después, con los años, nunca he dejado de maldecirme por aquellos tiempos en los que me creía un genio buscando la verdad, cuando sólo era un gusano conquistador.

Tan ciego, que me hicieron falta cinco años para darme cuenta que estaba robando. Robando aquellos secretos que tenían y por derecho pertenecían a los últimos seres humanos libres de nuestro planeta.
Libres de contaminantes sociales, o estructurales y económicos, sistemáticos, hasta que contactamos, y ponemos su mundo al revés, para utilizar siempre a nuestra conveniencia o beneficio sus misterios.

Mi trabajo consistía en descomponer elementos, componentes, materia, sustancias, para obtener compuestos o hallar una mezcla combinando varias sustancias puras, o simplemente mandar la sustancia por sus propiedades específicas.

Y creía que así estaba incluso salvando a la humanidad, protegiendo aquello que merecía ser salvado, que idiota era, que imbécil soy.

Al llegar a los poblados solía conversar con los chamanes, médicos tribales, brujos o personas encargadas de las creencias, la sanación, o su comida y bebida, pero sobre todo con aquellos que conocieran sus secretos.

Intercambiaba estúpidos e inútiles objetos por incalculables hallazgos científicos. Esquilmaba pueblos pensando que los teléfonos móviles, la comunicación, el alcohol o las drogas de diseño enseñarían a aquellas personas, que vivían en la perfección.

Interrumpí a Tuanna, preguntando qué tenía que ver todo esto con las cartas del anciano, una vez más me di cuenta de mi tremenda impaciencia, justo después de cometer el fallo más común cuando hay que escuchar, que es hablar y no esperar para no interrumpir y quizá cambiar el recorrido de lo que la persona en cuestión quiera decir, aunque en ese momento no comprenda o no vea la lógica en la explicación, seguro que es por no esperar y por no dejar de pensar mientras escucho, un gran fallo.

Era la primera vez que veía a Tuanna sonriendo ese día, mientras decía “que impaciente eres copón”.
Dijo.
Al parecer todos tenemos prisa en saber, al principio, si no voy con cuidado, cometo el mismo error de creer que lo que tenga que entender lo podría entender a retazos, según me interese o asimile o relacione, pésimo error, pues siempre termino de nuevo en el principio, al faltar la comprensión de los escalones obviados.

Al principio no lo sabía, pero el anciano estaba relacionado con la multinacional farmacéutica y con un par de lobbies, que son una especie de colectivos anónimos, con difusos y opacos intereses, con muchos determinados beneficios comunes, particulares y privados.

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